Pasarela Peatonal

Empezamos el proyecto observando el lugar, tanto desde su realidad física como desde la social: las ruinas de un acueducto, una zona rural degradada, una rambla seca, un suburbio sin ningún espacio público que lo identifique y, al fondo, unas montañas.

Este es el contexto donde se nos pide construir una pasarela peatonal.

Más que una pasarela que une dos puntos, pretendemos construir una zona de articulación entre el pueblo y el suburbio. No queremos hacer de la zona un espacio urbano, sino más bien marcar el territorio para apropiarnos de él más sutilmente.

La estructura se compone de tres arcos que se cruzan y soportan una plaza a mitad del recorrido. La inclinación de los arcos hace que al sentarnos miremos hacia las montañas. El pavimento es como una mancha de aceite que se derrama y que, al otro lado de la rambla, provoca unos movimientos de tierra que conforman la fachada de la nueva plaza. A medio camino, la estructura se levanta para construir una pérgola que protege nuestras espaldas.

La actuación quiere ser unitaria, nada tiene la voluntad de ir por separado. Las luces se entremezclan con la madera de la pérgola, el pavimento cortado hace de asiento o se ondula en un ejercicio de papiroflexia para formar butacas, siempre en los bordes, nunca como elemento añadido.